Como no podía ser de otra forma, estrenamos el blog hablando de “Arquitectura Sostenible”.
Aunque es casi seguro que ya conocéis el significado de la palabra sostenible, partiremos de su estricta definición para luego aplicarla a la arquitectura:
“adjetivo; especialmente en ecología y economía, que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente”
Por tanto, según lo anterior, arquitectura sostenible sería “aquella que permanece durante un largo periodo de tiempo, con un coste económico razonable, haciendo un uso mínimo de los recursos naturales disponibles y sin dañar gravemente el medio ambiente”.
Pero, aunque la definición anterior está bien, en realidad, la arquitectura sostenible, es mucho más. Y, para que una arquitectura sea sostenible, tendría que cumplir con el mayor número posible de los siguientes preceptos:
- Los edificios deberían ser proyectados para tener una vida útil lo más larga posible o, si este no fuera su fin, que al menos sus componentes fueran reutilizables, reciclables o biodegradables.
- Los materiales empleados en su construcción deberían ser lo más ecológicos posibles, de manera que, tanto en su extracción como en su procesado o elaboración, se respetase y protegiese el medio ambiente, con todo lo que ello implica.
- Además del tipo de materiales empleados en su construcción, también habría que tener en cuenta la procedencia de los mismos y procurar que el trayecto a la obra fuese el más corto posible para reducir las emisiones de CO2.
- Teniendo en cuenta que un edificio consume energía a lo largo de su vida útil (climatización, iluminación etc.), éste debería tener un diseño pensado para alcanzar una eficiencia energética muy alta o conseguir consumos de energía casi nulos.
- Otra forma encubierta de sostenibilidad es la funcionalidad. Cualquier cosa que no cumple con su función de forma sencilla y económica… pues no es sostenible y tiende a caer en desuso o desaparecer. Por eso, los proyectos de urbanismo y arquitectura sostenibles deben servir lo mejor posible a la sociedad.
- Finalmente, respetar y cuidar el medio ambiente no es sólo evitar dañarlo o contaminarlo, sino que también hay que pensar en preservar su belleza y en reducir el impacto visual que las edificaciones pudieran tener en él. Y, para ello, es necesario diseñar pensando en la composición y en la harmonía.
Este modo de edificar es compatible con el hombre, respetuoso con el medio ambiente y sobre todo es posible. Por ello, estamos convencidos de que la arquitectura sostenible es la arquitectura del futuro.