Estela y Roberto vivían en el primer piso de un pequeño edificio de tres plantas. La familia crecía y necesitaban más espacio, así que se animaron a comprar el local que había debajo de su casa y ampliarla.
Para este proyecto se realizó un estudio minucioso de las necesidades de la familia y se encajaron los espacios cuidadosamente para minimizar los costes de la reforma. La intención era conservar intactas la mayoría de las estancias de la primera planta.
La nueva vivienda debía tener en la primera planta tres dormitorios, dos baños completos y un estudio y en la planta baja cocina, salón, comedor y aseo. Además, había que crear un jardín con piscina.
Para obtener el máximo partido del espacio, sin perder privacidad en cada una de las estancias, la planta baja se diseñó prácticamente diáfana, disponiendo de dos elementos separadores que independizasen el recibidor y la cocina, la cual se diseñó semiabierta con una puerta de vidrio y mampara como cerramiento.
Con el fin de potenciar el espacio y hacerlo más amplio, se situó un enorme ventanal en la fachada trasera. De este modo, el jardín se convierte en una prolongación del salón, creando un espacio muy luminoso, fantástico para disfrutar.