Cuando hablamos de eficiencia energética en la edificación, en realidad estamos hablando de confort y de economía. Es así de simple. Lo que desea cualquier usuario de una vivienda, una oficina, o cualquier otro tipo de edificio habitable, es que éste sea funcional, cálido en invierno, fresco en verano y a bajo coste.
Nuestra estrategia para conseguir este deseo es realizar un diseño personalizado que ponga la atención en tres puntos fundamentales:
- Arquitectura bioclimática | Este es un concepto amplísimo, pero básicamente consiste en hacer del clima un aliado y diseñar el edificio de modo que se aprovechen los recursos naturales como el sol, el agua, la vegetación y los vientos dominantes.
Mediante una adecuada elección de terreno y un buen diseño bioclimático podremos obtener gratis calor en invierno y fresco en verano. Por ejemplo, en invierno, las ventanas orientadas al sur captan energía solar y las orientadas al norte pierden calor; mientras que, en verano, podemos usar la vegetación y los vientos dominantes de la zona para refrescar.
- Sistema envolvente | Está constituido por el suelo del edificio, las fachadas y la cubierta. Es evidente que cuanto más aísle la envolvente de un edificio, menos calor o frío se pierde y, por tanto, se necesita menos energía para mantener constante la temperatura interior deseada.
Para diseñar una envolvente óptima hay que tener en cuenta la forma, el color, el material aislante y su espesor y la cantidad de ventanas que tenga, así como el tamaño de las mismas y su orientación.
En términos generales, la envolvente es más eficiente cuando su forma es simple, dispone de un gran aislamiento, está perfectamente sellada para evitar filtraciones, tiene una proporción óptima de ventanas orientadas adecuadamente y dispone de un sistema de protección solar para el verano.
- Sistema de climatización | Para calentar y enfriar un edificio hay múltiples posibilidades en función de las necesidades y de las capacidades económicas de cada uno y todas son válidas. Lo que es fundamental en este punto es emplear energías renovables (eólica, solar térmica, solar fotovoltaica, biomasa, geotermia…) y simplificar al máximo las instalaciones. También ayuda disponer de acumuladores de calor y, si se cuenta con un sistema envolvente excepcional, lo ideal es emplear equipos con recuperación de calor. Pero, sobre todo, es importante encontrar el equilibrio entre el coste económico de la instalación y el rendimiento o la amortización que se puede hacer de ella.
Cada uno de los puntos mencionados anteriormente constituye un campo extenso de conocimientos, por lo que, para diseñar un edificio energéticamente eficiente, es imprescindible contar con un buen equipo profesional que sepa abonarlos.